CONTRA LOS RIESGOS GLOBALES

Dinero llama dinero

 

Cómo minimizarlos en nuestras inversiones

CONTRA LOS RIESGOS GLOBALES

[Por José Manuel Valiñas]

En nuestro país, hoy día abundan las buenas noticias macroeconómicas. Sabemos que hay estabilidad, que vamos a crecer a 4.5 o hasta 5%, que las exportaciones se han recuperado y que tenemos récord en nuestro nivel de reservas internacionales. Incluso la inflación, cuyo peligro se ha dejado sentir de nuevo en diversas regiones del mundo, aquí parece estar bajo control.

Hace un poco más de un año el Presidente Felipe Calderón presumía que México había vencido a los cinco jinetes del Apocalipsis en el 2008. Citaba al virus de la influenza, por supuesto (algo que efectivamente parecía una plaga bíblica), la crisis económica, “la peor sequía” (la segunda más grande en 70 años), “la mayor caída en la producción de petróleo” y la violencia desatada por el crimen organizado (aunque esta última la seguimos padeciendo día a día).

Hoy la situación es muy distinta por los fundamentales sólidos que tenemos, como nuestro reducido déficit presupuestario, algo con lo que ya quisieran siquiera soñar muchos países desarrollados. No obstante, como inversionistas estamos sometidos a dos riesgos altísimos: lo que pueda pasar en el resto del mundo… y lo que hagan o dejen de hacer nuestros políticos. Ante ambos escenarios, o potenciales “jinetes apocalípticos”, debemos prepararnos con una estrategia a la hora de invertir, sobre todo pensando en el largo plazo.

De alzas y revoluciones

En este número hemos presentado un conjunto de artículos sobre las inversiones, pensando en un horizonte de corto plazo, pero ¿qué se puede decir si visualizamos un plazo largo? No hay que perder de vista todo lo que está pasando en el mundo, empezando por el costo de la energía y las materias primas. Si bien el alza de los precios del petróleo beneficia a nuestras finanzas públicas, también supone un riesgo de que nos veamos afectados indirectamente, por la presión que el nivel de los energéticos tiene sobre la inflación mundial (otro ejemplo de la bipolaridad que a menudo tiene la economía es la apreciación del peso, que por un lado nos beneficia y por otro amenaza a nuestras exportaciones).

En días recientes vimos cómo el estado de cosas puede transformarse de la noche a la mañana en un país, y cómo esto puede afectar a regiones enteras. En Egipto los jóvenes tiraron a un dictador, y eso no puede sino ser altamente positivo, pero la otra cara de la moneda es que ese represor garantizaba la estabilidad regional y era un dique ante los integristas islámicos. Los precios de los hidrocarburos subieron en esos días por el miedo de que un gobierno futuro, enemistado con Israel, impida el paso de los petroleros por el canal de Suez. Estados Unidos perdía a un aliado esencial y, de pronto, la estabilidad política y económica de toda una región pendía de alfileres.

Una crisis en un país puede desencadenar crisis en otras naciones. Lo vemos todo el tiempo. Nuestro objetivo debe ser observar los posibles efectos dominó futuros, y aquí es donde hay que hacer una previsión de riesgos.

La mayor amenaza

Ahora que la economía de Estados Unidos parece estar en franca recuperación, nadie parece acordarse del inmenso riesgo para el mundo entero que representa su déficit fiscal. Nunca en la historia de la humanidad se habían visto cifras similares: $1.4 millones de millones de dólares al año. Según datos del Fondo Monetario Internacional, el déficit presupuestario es mayor a 11% del PIB de ese país, lo que casi duplica el promedio de la zona euro, de 6.5%. La deuda pública ha llegado a $15 millones de millones. Hace apenas unas semanas un artículo de la revista Fortune se preguntaba si realmente Estados Unidos podrá pagar su deuda en un par de décadas. Luego hacía un análisis comparando la situación de la deuda griega y llegaba a la conclusión de que el país americano estaba mucho peor que el europeo, para cerrar preguntando si los bonos del Tesoro deberían ser calificados como chatarra. El peligro es gigantesco, y no exageran algunos expertos y calificadoras al observar que este tema es la mayor amenaza a la economía global.

Ante todos estos riesgos, ¿cómo podemos proteger nuestras inversiones? En principio, diversificando nuestro portafolio no sólo en instrumentos, monedas y regiones, sino en plazos. Los metales, y especialmente los preciosos (aunque ahora algunos industriales como el cobre tienen un ritmo imparable de crecimiento), han sido tradicionalmente un refugio de los inversionistas precavidos. En cuanto a las acciones, la principal defensa será siempre tener una visión anticipada de los posibles movimientos que puedan tener las emisoras. Los sectores en los que convendría invertir son los que se adelantan a la recuperación, como los de consumo y tecnología. Incluso sectores como el de salud, electricidad y telecomunicaciones. Asimismo, es preciso entrar a los mercados de manera selectiva. Las Bolsas de Europa van a crecer poco, ¿eso quiere decir que debemos salir de la región en su conjunto? En absoluto. Hay empresas, en todos los mercados, que de manera individual van a arrojar resultados sorprendentes (para ayudarte con todo esto, en las páginas de esta revista encontrarás cada vez más información que te apoye en la conformación de tu portafolio).

Por último, los grandes inversionistas siempre han mirado con buenos ojos la inversión en bienes raíces. Esa seguridad que dan los ladrillos puede ser una verdadera garantía en momentos recesivos que, según dictan los cánones, son ciclos normales de la economía, y necesariamente se van a repetir (algo que nunca debemos olvidar, aunque ahora estemos pasando por una etapa expansiva).

Finalmente están los riesgos internos. Hoy que los partidos políticos se preparan para las batallas electorales, casi olvidándose de que la construcción de la democracia no sólo es ganar elecciones sino llegar a acuerdos que de verdad sustenten un crecimiento económico, se pierden de vista los grandes riesgos. La falta de reformas estructurales y el olvido de los verdaderos sacrificios que necesita el país puede provocarnos una recesión futura. Pero en México parece que los políticos sólo reaccionan y aceptan sacrificios cuando el barco se hunde (recordemos que si ahora tenemos un déficit de apenas 1% es en reacción ante los inmensos déficits que nos recetaban los gobiernos de antaño, mismos que provocaron crisis históricas). En este punto tenemos que decir que nuestra joven democracia está en peligro. Y que tenemos que reaccionar como inversionistas lo mismo que como ciudadanos.

Un pensamiento en “CONTRA LOS RIESGOS GLOBALES

  1. Todavía platicaba hace unos momentos con mi esposa respecto a que veo más factible el «cambio de era profetizado por los mayas» provocado por una muy severa y caótica contracción económica internacional provocada por la insolvencia de las grandes potencias económicas del mundo, que por alguna alineación astronómica en el 2012.

    Es claro que la diversificación del portafolio de inversiones, y antes que eso, de los ingresos de la familia promedio, podrían ayudar en un evento de esas dimenciones… pero eso dependerá de la profundidad, alcance y duración de la crisis… y si ésta desemboca o no en algún escenario de inconformidad o resistencia civil.

    @mauriciopriego (twitter)

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